I hurt myself today
to see if I still feel
I focus on the pain
the only thing that's real
La linea de espera reducida a un epitafio doloroso. Las lagrimas parecen incomprensibles tanto para mi tía como para mi primo. La soledad y el silencio de una mirada que ha perdido su brillo frente al gran espacio que me aleja de un pasado, que me imprime cierta extrañeza respecto a estos últimos meses, que carga con la lápida puesta en tal horizonte. En ese momento, por un sólo instante, decido caer, mi cuerpo se mantiene en pie, pero mi mirada sujeta mis fuerzas y se van al suelo, se quedan ahí resistiéndose a que mi orgullo les levante. Desearía un abrazo sincero, un abrazo de mi madre... no puedo dejar de sonreírme debido a la elegante burla de la vida.
El tiempo parece condensarse en escasos veinte minutos, la eternidad frente a mí, la desesperación y la desesperanza tambíen. Instintivamente comienzo a contar mi frustración de estos días, mi más profundo dolor, una a una las lagrimas pospuestas se muestran. La extraño. Te extraño. Y este transcurrir ha resultado un confuso panorama, con teléfonos que conectan a hogares vacíos, con grandes espacios que resultan un laberinto; papeleos interminables: viajes desgastantes: despertares grises. Torrentes de recuerdos, combinaciones de golpes, dolor y mas dolor mientras el mundo va importándome menos, cuando este se va pudriendo más.
El regreso por el mismo penoso camino, aquel que recorrimos tras la carroza fúnebre, el pasto que nos rodea es tan verde, de una belleza estéril que se baña por la luz blanca y fría de mi futuro. Paisaje que refleja, de alguna manera muy retorcida, mi interior.