El diagnóstico resulta una fuerte detonación. Le sigue un frágil silencio. Tras un segundo fragmentado logró alzar la mirada. Los movimientos y las expresiones de apoyo se resuelven en el vacío. El miedo se diluye en enojo; el enojo se va consumiendo en impotencia hasta que termina por apagarse. Las manecillas avanzan mientras los amigos, conocidos y personas de confianza se mantienen quietos en la linea de espera, aguardando ¿el desplome de mi seguridad?
Todo gotea. El lunes gotea; el martes gotea... miércoles... jueves, tal vez... Los ojos de Octaviano gotean. Mis tías gotean. El cigarrillo que enciendo bajo la intranquila noche gotea al cielo, sus cenizas se deslizan con la brisa que corre por la terraza. Guardo compostura, al menos veinticuatro horas logro mantenerme lúcido y en calma. Despues: hago aseo, le marco a Nadia; escombro la ropa vieja, recibo llamada; voy al super, le marco a Nadia; leo un cuento, pienso en Nadia; platico con mi madre, hablo con Nadia y discuto; pienso en ella, pienso en las dos. Mis ideas confluyen en un mar de confusión. Desconsolado me pregunto si mi madre en verdad desea gotear...
Todo gotea. El lunes gotea; el martes gotea... miércoles... jueves, tal vez... Los ojos de Octaviano gotean. Mis tías gotean. El cigarrillo que enciendo bajo la intranquila noche gotea al cielo, sus cenizas se deslizan con la brisa que corre por la terraza. Guardo compostura, al menos veinticuatro horas logro mantenerme lúcido y en calma. Despues: hago aseo, le marco a Nadia; escombro la ropa vieja, recibo llamada; voy al super, le marco a Nadia; leo un cuento, pienso en Nadia; platico con mi madre, hablo con Nadia y discuto; pienso en ella, pienso en las dos. Mis ideas confluyen en un mar de confusión. Desconsolado me pregunto si mi madre en verdad desea gotear...